30May

Capacitaciones online, presenciales o híbridas: ¿Qué me sienta mejor?

La digitalización llegó a prácticamente cada aspecto de nuestras vidas; sin embargo, cuando de capacitarnos se trata, la mayoría aún muestra favoritismos o resistencias por alguna modalidad en particular. ¿Pero están fundamentados?

Quienes integran la Comunidad FENARC hoy cuentan con beneficios en decenas de instituciones del mejor nivel, en la modalidad que mejor se ajuste a cada perfil y en las áreas más diversas: idiomas, programación, comunicación y marketing, coaching, programas de educación ejecutiva, carreras de grado, posgrado y muchísimo más. Por eso repasamos las características de las tres principales modalidades que se ofrecen hoy por hoy, online, presencial e híbrido, así como las razones para elegir uno u otro en función de las necesidades y circunstancias personales y profesionales de cada quien.

Formación presencial

  • Ventajas

Compartir tiempo y espacio añade información y matices que no se producen en los entornos virtuales. Con formatos presenciales, los participantes interactúan y debaten tanto en el aula y en los espacios de trabajo en equipo, como en las instancias de esparcimiento. La presencia física compartida facilita mucho el intercambio de puntos de vista y la discusión de situaciones reales. Además, el hecho de ver a las personas contribuye a generar confianza y camaradería, de manera que los vínculos personales se hacen más sólidos y proponen un escenario inmejorable para ampliar la red de contactos (lo que se conoce como “networking”).

  • Desventajas

Lo sabido: un curso de formación clásico impone cierto ritmo de trabajo, con días y horarios a respetar. Esto no es necesariamente lo más práctico, sobre todo cuando se trabaja de forma paralela o cuando las limitaciones personales interfieren en los espacios disponibles en las agendas.

  • Mitos

Lo presencial no es garantía de calidad de aprendizaje. Hoy por hoy existen numerosas capacitaciones 100% online mejor rankeadas que muchas de las instancias de formación más tradicionales y otrora prestigiosas.

Formación online
Antes de abordar ventajas y desventajas, centrémonos en distinguir las dos grandes modalidades de la formación online.

Estas pueden ser programas online en vivo quese basan en sesiones síncronas (por lo general, una, dos o hasta tres veces por semana) con el o la docente, en las que se puede interactuar en tiempo real tanto con quien está a cargo del curso como con el resto de participantes o bien programas online asíncronos que estándiseñados para aprender al ritmo deseado por cada participante, mediante una combinación de ejercicios, videos, material de lectura, y apenas unas pocas sesiones en vivo con el profesor o la profesora. Por lo general, se tendrá acceso a una plataforma de aprendizaje en la que se podrá conectar las 24 horas del día, los 7 días de la semana para, entre otras cosas: seguir los diversos módulos, unirse a una clase virtual o mirar tutoriales, entre otras actividades propuestas. 

  • Ventajas

La principal ventaja de los programas 100% online, además del ahorro en tiempo y dinero que suponen los traslados, es la gran flexibilidad que ofrecen, puesto que permiten al usuario aprender a su ritmo y desde cualquier lugar. Además, son sumamente prácticos e incluyen ejercicios de aplicación inmediata en proyectos reales de la empresa, con todo el apoyo y el feedback de los tutores, los profesores y los compañeros de clase.

  • Desventajas

Uno de los frenos más habituales para hacer un programa online es la “fatiga virtual”. Además, como vimos, esta modalidad tiende a ser menos efectiva en materia de networking.

  • Mitos

Hay quienes temen un incremento en el riesgo de abandono dado por la formación “en soledad”. Pero a diferencia de los cursos online que surgieron hace décadas, la mayoría de los programas educativos proponen ahora una realidad dinámica y muy efectiva. ¿De qué manera? Gracias a la combinación de las nuevas tecnologías con metodologías y herramientas que, dadas sus sofisticadas opciones de interacción con el resto de participantes, resultan sumamente eficaces para el autoaprendizaje.

Tanto los contenidos como las metodologías aplicadas para el aprendizaje incorporan técnicas de dinamización y juego, espacios de networking virtual y, en muchos casos, hasta contemplan el acompañamiento personalizado de un tutor, que sigue y ayuda al participante de principio a fin. Un buen ejemplo son los programas online enfocados, formaciones cortas y muy intensivas centradas en un aspecto o competencia que necesita ser desarrollado en poco tiempo.

Formación híbrida, semipresencial o mixta
Para poner en práctica esta modalidad, cada escuela o centro de formación ofrece a los alumnos su propio método. No obstante, podemos señalar ciertas tendencias, como que la parte teórica de la formación se desarrolla mayoritariamente en e-learning, mientras que la parte práctica se lleva a cabo de forma presencial.

  • Ventajas

Hoy por hoy, tanto la mayoría de las empresas como nuestras propias vidas transcurren en contextos híbridos. Sencillamente, nos hemos acostumbrado a lo que proponen los programas semipresenciales o flexibles­, también conocidos como blended, que combinan la formación síncrona a distancia con módulos presenciales más cortos e intensivos. Al ahorro de tiempo en movilidad, de por sí notable, se suma el hecho de que, así como las reuniones de trabajo online suelen durar menos que las presenciales y, al estar integradas en las agendas y no requerir desplazamientos, minimizan los retrasos, el formato de educación mixto suele mostrar mayor eficiencia y productividad entre sus estudiantes. En definitiva, el formato semipresencial combina lo mejor del mundo online y de las ventajas de tener ocasiones para la relación personal.

Dado que hoy en día muchos profesionales, sobre todo aquellos en puestos directivos, necesitan concentrar sus horas de formación –en fines de semana o en semanas intensivas- para no ausentarse frecuentemente de sus puestos, las formaciones híbridas están diseñadas para maximizar el tiempo que se pasa en el campus con actividades que solo pueden realizarse cara a cara, mientras que durante los módulos online los participantes optimizan su formación sin desplazamientos y con la chance de compatibilizar sus tareas profesionales y familiares más fácilmente.

Por otro lado, para participantes internacionales estos programas suponen un importante ahorro en viajes, además de que las actividades síncronas se pueden adaptar fácilmente a cualquier franja horaria mundial.

  • Desventajas

Los programas semipresenciales suelen alargarse un poco más en el tiempo que los presenciales, ya que no concentran tantas horas lectivas en un único día.

  • Mitos

Que la formación sea mixta no significa que cuente con la tecnología necesaria para ofrecer lo que se conoce como “aulas híbridas”, que permiten seguir sus clases en directo, de forma virtual, a quienes no pueden asistir en persona interactuando con total fluidez con los participantes que sí están en el aula física.

En síntesis:

María Chehín

Periodismo y Comunicación Institucional

03May

Ambientalismo y trabajo remoto: ¿dos caras de una misma moneda?

Una de las tantas cosas que trajo consigo la pandemia por COVID-19 fue un impensado “experimento” de trabajo remoto a gran escala, que produjo un alza sin precedentes de esta tendencia y obligó a compañías y gobiernos de todo el mundo a digitalizarse. En un principio, con millones de personas confinadas en sus hogares, el alivio para el ambiente se dio prácticamente por sentado. ¿Pero fue así verdaderamente?

Los primeros estudios reseñados por la Harvard Business Review revelan que el impacto en la sostenibilidad depende no de uno sino de varios comportamientos de los empleados, y destacan la necesidad de que las empresas vuelvan a analizar sus objetivos y políticas de sostenibilidad contemplando las particularidades del trabajo remoto.

Cambios tan radicales en el transporte, la producción y el consumo lógicamente provocaron reducciones de las emisiones mundiales de CO2 (en abril de 2020 cayeron un 17% en relación a los niveles máximos de 2019), pero esta tendencia pronto se desvaneció y los valores hoy están casi en los niveles previos a la pandemia, incluso cuando muchos trabajadores no regresaron —ni regresarán— a la presencialidad.

Con respecto al consumo de energía, el impacto de trabajar desde casa aún no está claro. Si bien algunos estudios encuentran un efecto positivo, otros indican una influencia neutra o incluso negativa. La realidad es que los parámetros de consumo varían y mucho: según las características individuales de los trabajadores, su grado de conciencia ambiental, el tamaño de la familia, la infraestructura del hogar, las calificaciones energéticas de la edificación y de los equipos, e incluso en función de factores situacionales como la ubicación geográfica y la estación del año (que determina un mayor o menor uso energético para calefaccionar/enfriar los ambientes, según el caso).

En cuanto a la movilidad, la reducción de los desplazamientos diarios que significa un mayor porcentaje de trabajo remoto efectivamente redunda en beneficios ambientales. Sin embargo, se deben contemplar posibles cambios en las emisiones derivados de un potencial incremento de viajes de negocios en entornos híbridos (asistencia a eventos y conferencias, reuniones presenciales  —y en muchos casos internacionales— para la “construcción de equipo”, etc.).

Un estudio sobre la huella tecnológica estimaba que, en el período pre pandemia, un usuario típico generaba 135 kg de CO2 al enviar correos electrónicos cada año, lo que equivale a conducir unos 320 kilómetros en un auto familiar. Hoy las necesidades tecnológicas han cambiado: menos gente en las oficinas en general se tradujo en un mayor número de interacciones online y, por consiguiente, en un número más alto de emisiones de ese tipo. Pero si bien el consumo de recursos digitales, como las videoconferencias, quema una cantidad considerable de energía en los centros de datos, los investigadores sostienen que el impacto neto sigue siendo positivo, ya que las llamadas de Zoom emiten sólo el 0,6% de las emisiones de carbono generadas en un viaje tradicional.

Asimismo, durante la pandemia se comprobó que los empleados adoptan prácticas de residuos más sostenibles en casa que en la oficina (menor uso y descarte de plástico, mayor reutilización y reciclaje). Así, se deduce que el trabajo remoto tiene un impacto ambiental neto positivo en los comportamientos de gestión de residuos, aunque también existe el riesgo de un aumento de los residuos electrónicos y eléctricos (que en la actualidad, a nivel mundial, se estiman en 50 millones de toneladas anuales, de las cuales solo el 20% se recicla formalmente).

Como los hogares representan la esfera privada de los empleados, las organizaciones tienen que actuar con cuidado para no extralimitarse, pero sin dudas pueden establecer guías que promuevan el bienestar de sus equipos, a la vez que apuntan a cumplir con sus objetivos de sostenibilidad. El envío de tips para reducir emisiones (tales como el uso de ordenadores e iluminación eficientes, sugerir acercar el escritorio a alguna ventana para trabajar con luz natural, desenchufar los equipos cuando no estén en uso, etc.) será útil para todos los empleados. En tanto que políticas más fuertes van a depender de las actividades específicas de la empresa. Así, si se utilizan muchos equipos, vale la pena promover la gestión de residuos tecnológicos; si se realizan muchos viajes, cabe analizar su necesidad, el uso de transportes más eficientes, etcétera.  

Concretamente, lo crucial es que las compañías identifiquen las circunstancias individuales de sus empleados a la par de las características de sus operaciones de negocio, para así identificar los comportamientos más relevantes a los que vale la pena apuntar. Es por esto que el camino implica no solamente poner atención a las circunstancias específicas de los empleados para entender mejor la dimensión de sus impactos ambientales; también resulta determinante instalar una cultura de sostenibilidad a través de guías y políticas claras que permitan a la empresa lograr los objetivos de sostenibilidad propuestos.

María Chehín

Periodismo y Comunicación Institucional